Permite a menudo desdramatizar y tomar una distancia razonable con la gravedad de los problemas presentados. Naturalmente, esta táctica se utilizará cuando haya una buena alianza terapéutica, el paciente tenga sentido del humor y solo en un contexto que no hiera su sensibilidad. Para ello se podrá recurrir a la exageración, a las canciones y al uso de paradojas. Es importante que quede claro que de lo que se trata es de reírse de la creencia irracional, no de la persona.
Por ejemplo:
«Si fuese suficiente con exigir que los otros se comporten de la manera que nos gusta para que esto se realice, yo podría exigirle que no se ponga furioso nunca más, y su problema estaría resuelto, ¿no cree?».
Humorístico. Como se describirá más adelante, el terapeuta utiliza el sentido del humor a la hora de debatir y refutar las creencias irracionales.